En un sex-club frecuentado por locales y turistas, la política es: sé tú mismo y haz lo que te apetezca. No es un lugar para pusilánimes. A los chicos que van allí les gusta lo duro y lo pervertido. Dos clientes empiezan a jugar cerca de la barra y pronto se les une el propio camarero. Un trío cachondo y un polvo caliente.