El aislamiento de Joe se alivia cuando Adam Ramzi es empujado a su celda. Joe reacciona como un león a la hora de alimentarse en el zoológico, arrojándose sobre la ofrenda, mordiéndose los labios, rasgando su ropa para llegar a su polla. El desconcierto de Adán da paso al placer creciente desatado por la boca de Joe. Agarra los hombros de Joe y lo arroja sobre el catre, devolviendo la mamada con igual fervor. Si la polla de Joe fuera más dura, se rompería. Adam aprieta las bolas de Joe y mete la lengua en la hendidura entre sus bollos. Se encuentran vientre contra vientre, el sudor en sus pechos peludos mezclados. Adam alcanza la polla de Joe, la apunta a su agujero y se empala en un solo empujón. Tocan las frentes, Joe se levanta y Adam se empuja hacia atrás. La posición del perrito y la posición del misionero siguen, sin perder el ritmo. Las bolas sobrealimentadas de Adam impulsan una espesa corriente de jism a través de su torso. El orgasmo de Joe no es menos intenso, dispersa spooge en un amplio arco.